"Cuando esa madrugada de hace dos
años me llamaron por teléfono para decirme que no podía regresar a la Patria y se
me ofrecieron beneficios económicos, yo pensé automáticamente: cuán equivocados
están todos los que creen que el beneficio económico puede comprar el
sentimiento de un hombre idealista.
El idealista no trabaja por beneficio
económico, no trabaja por recompensas, no trabaja para sí mismo; trabaja por
ver surgir a su Patria, trabaja por romper las injusticias, trabaja por la recompensa
de ver que una niñez, que un campesinado y que un pueblo enrumben hacia un
destino superior y que la Patria que recibimos nosotros, golpeada y maltratada,
no sea la misma Patria que hereden estos niños que hoy se educan.
Que reciban un país, ellos, en
mejores condiciones, en donde no haya desigualdad de ninguna clase y en donde
todos tengan oportunidad a la vida, al estudio y a la felicidad.
Aquel día nos embarcamos en un
avión en compañía de los miembros del Estado Mayor que estaban conmigo. Nos embarcamos
con la firme determinación de venir a morir en un pantano en nuestra Patria.
Porque es más agradable la muerte combatiendo por la Patria, que seguir
viviendo lleno de vergüenza, exiliado en una capital extranjera. Y exiliados
por quienes no tienen jerarquía para exiliar a nadie. El robo no tiene
jerarquía. Ese día demostramos que no es jefe el que quiere mandar, que nuestro
pueblo no acepta grados; acepta jerarquías morales, acepta la jerarquía del ejemplo,
acepta la jerarquía de la valentía. Esos que reúnen todas esas condiciones son
los que están predestinados a mandar a un pueblo que sólo cree en esa escala de
valores.
Recuerdo yo, que al llegar a
Chiriquí en un avión débil, sobrecargado —es cierto que era débil el avión,
pero era muy fuerte nuestra determinación de llegar— recuerdo que nunca he oído
una voz de hombre tan dulce como cuando oí la voz de Franklin Ferguson en la
torre de control del aeropuerto. Recuerdo yo aquella movilización de carros que
fue el apoyo de un pueblo chiricano que creía en mi Gobierno, que creía en la
lealtad, que sentía asco porque quienes se iban a encargar del destino del país
y lo iban a convertir en un mercado de asquerosos mercaderes. Recuerdo yo que
cuando veía acercarse a los carros, dudaba si esos carros venían a arrestarme o
venían a apoyarme.
Recuerdo yo que cuando el pelotón
“Macho de Monte”, cuando los “Diablos Rojos” me gritaron “VIVA MI GENERAL”, ese
día me di cuenta que la dignidad imperaba en el país. Ese mismo día se bautizó,
sacó su certificado de nacimiento la Yunta PuebloGobierno. Cuando un hombre
está determinado, imagina y encuentra recursos, cuando uno no está pensando en
pequeñeces, sino que está pensando en el escenario de su Patria, no hay fuerza
humana que detenga sus ideas. Cuando uno quiere profundamente a su pueblo no
hay obstáculo que lo detenga en la marcha hacia adelante. Es por eso por lo que
estoy aquí, y es por esa razón, por la que les quiero dar una vez más las
gracias a ustedes, por haber organizado este acto que constituye un punto de
referencia de muy buena recordación en el devenir de nuestro Gobierno
Revolucionario.
A nuestra tropa no la felicito,
porque no se le puede felicitar a nadie por una condición inherente al uniforme
que llevamos. Pero sí quiero decirles que me siento sumamente orgulloso, como
se los he dicho siempre, me siento altamente complacido, me siento altamente
distinguido de ser el Comandante de los 6000 hombres más leales que he conocido
en mi vida."
Espectacular esas palabras cobran vigencia hoy con lo golpeado que se encuentra este pueblo panameño a causa de políticas mercaderistas y sin reparo a la clase humilde y trabajadora unámonos por un mejor panamá.
ResponderBorrarLa compañía Machos de Monte mataron a muchos panameños a los que identificaban como enemigos de la dictadura con cariño....
ResponderBorrarLos Muertos los encontrara desde que se nace al ultimo dia de vida por una causa u otra y todo eso proviene de Dios y todo es bueno no importa lo bueno o malo que sea el individuo
BorrarLo positivo es resaltar lo mejor de la simiente humana y desechar aquello que no edifica en el sentido positivo del desarrollo humano